lunes, 14 de junio de 2010

Une danse de feu

*Canción "La Valse D'Amélie - Yann Tiersen"*
Y se miraban fijamente, a la luz de unas velas. Sus ojos brillaban, ardían de pasión, sus corazones se aceleraban cada vez que se encontraban sus manos...
Él la invitó a bailar. Todo daba vueltas, el fonde se fundía, sólo estaban ella y él, por fín unidos. Su fragancia le excitaba, él solo quería bailar más rápido, más pegados. La cera de las velas inundaban la mesa donde se sentaron a comer, los platos, aún sin haber sido degustados, yacían fríos, deseosos de que alguien los probara. Pero ellos seguían bailando; las llamas de las velas tocaron mantel, la tela prendía y danzaba al son de la música. Todos y todas las cosas envidiaban a aquella pareja. Él y ella, ella y él, ellos y sólo ellos. El humo que desprendía el mantel cada vez era más oscuro, más denso. No había quién los parase. La habitación comenzó a arder en llamas, llamaradas, y en el centro, ella y él, mirándose fijamente.
- Qué más importa si ya estoy contigo - dijo ella.
- Hoy te quiero más que nunca - le susurró él al oído.
Ella se revolvió. Se abrazaron tan fuertemente... no se querían separar. Iban perdiendo la noción del tiempo y sus manos aún se ataban fuertemente unas a las otras.
El dulce sonido del fuego y la música se vieron interrumpidos por el crujido de una puerta rompiendose. Los bomberos entraron a toda prisa.
- ¡No! - gritó ella mientras se la llevaban hacia afuera, a salvo de las llamaradas.
- Tranquila, nunca nos separarán - gritó él, arrodillado en el suelo con las manos extendidas, esperando a que llegara otra bombero a por él.
La música llegaba a su fin, la escena dejaría de representarse en escasos segundos.
Tumbado en el suelo, retorcido y tosiendo, él aún esperaba la llegada de otro cualquier bombero.

jueves, 10 de junio de 2010

Huesos

*Melodía Extremoduro - Salir, beber*
- Parece que he tirado mi vida por la borda - pensaba mientras me encendía un cigarro y veía correr a un niño delante mía - pero sé que no lo he hecho - doy una calada.
- He vivido lo que ese niño está viviendo, y ahora estoy aquí... me gusta en lo que me he convertido - me decía amí misma mientras no dejaba de mirar al niño.
El niño parecía intimidado, seguro que mi mirada taladraba su espalda. El chico no paraba de darse la vuelta y de correr al mismo tiempo.
- Ojalá se caiga - pensé.
En el mismo momento en el que le dí una calada al cigarro la canción hizo lo mismo (no sé si habreis escuchado esta canción, aunque sé que algunos sí que lo han hecho). Me sentí parte de ella en ese momento. Después de expulsar el humo repetí lo que decía la letra de la canción: "Para algunos, la vida es galopar
un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Yo, más humilde soy, y solo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo me transporte mecido hasta el siguiente."

Tiene sentido, ¿verdad? Pues yo pienso lo mismo de la vida. Me dejare llevar por aquella ola...
Cuando quería darme cuenta el chico ya me había dado esquinazo, y el cigarrillo me quemaba los dedos. Se estaba consumiendo el filtro.
La canción se cambió; ahora escuchaba The Red Hot Chili Peppers - Snow (Hey oh). Agarré con fuerza el cuaderno que llevaba en la mano izquierda mientras fumaba y lo aplasté contra mi pecho. Una sonrisa se me dibujó en la cara. Saqué un caramelo de manzana (mis preferidos) de la mochila, lo abrí y me lo tomé.
Abrí la puerta de la academia.
*Música* Heeey oooh... *Pausa*
- Hola Mati - le saludé - ¡Hola mortadelo! - le acaricié mientras este ronroneaba.
- Buenas.

lunes, 7 de junio de 2010

Perfume embriagador

No sé si ella era consciente de todo el tiempo que él la había estado esperando. Quizás no sea esa espera romántica en la cual lo das todo por la otra persona y quizás, tampoco sería tanto tiempo pero, al fin y al cabo, la esperó. La situación fue muy extraña: él no sabía si era lo correcto actuar ya que no sabía que pensaba ella sobre eso, ella... supongo que no puedo explicarlo porque no sé qué sentía.
Por la mañana, él estaba preocupado: ¿Fue un error?, ¿Se acordará?, ¿Se arrepentirá?
Pero bueno, ya había ocurrido, por eso él le quito importancia.
A la tarde sus miradas se volvieron a encontrar y sus sentidos ya estaban lo suficientemente cuerdos como para saber qué hacían. Fue muy bonito, y él deseó con todas sus fuerzas que siempre fuera así, que sus sentimientos hacia ella no cambiaran. Hombre, como todas las cosas, debían de evolucionar pero que en el fondo... siempre quedara aquello.
Había arriesgado, y él creía que había ganado pero, ¿será así? La cosa todavía estaba por averiguar.
Y se averiguará... Si ha de cambiar algo, la cambiará ella. Él espera no cambiar nada, solo no equivocarse. Por suerte, estaba seguro de que había apostado a un buen número (¡pero él nunca lo consideró una quiniela!), solo qué, en este aspecto, él siempre había sido una persona insegura.

Disfruta la caida porque todo tiene un final, y el final siempre es un duro y frío pavimento en el que descubres si estuvistes solo siempre o si en tu caida te acompañó más de una persona.
Él solo espera que el final no esté cerca.