miércoles, 20 de junio de 2012
martes, 19 de junio de 2012
Pensamientos y otras cosas dañinas
No sé explicar lo que siento. Es como ser una niña chica, estúpida y egoísta. ¿Pero verdaderamente estoy siendo egoísta, o es lo que me quieren hacer pensar?
Pase lo que esté pasando, yo soy el problema. Y no se qué hacer, y nadie me da ayuda, y yo tampoco la busco.
Por qué soy así. Siempre me conformé con lo que recibía, ahora soy como una víbora que se engancha a su víctima y chupa, y chupa.
¿Es tanto lo que pido? ¿Es tan difícil tenerme contenta?
Si vinieras, si tan sólo vinieras a mi, corriendo y me agarraras de la mano, fuerte. Me miraras a los ojos y me didicaras un "te quiero", un "te necesito", "no te vayas"...
Parecerá estúpido, pero lo necesito. Es simple, sólo una vez, en serio, sólo una y me tienes.
Pero no, sé que nunca va a pasar, lo que pasa es que me gusta pensarlo, me hace feliz, aunque luego sea peor. No puedo evitarlo, me gusta imaginarme cosas, ahora incluso, todo lo que me imagino, pienso, me hace sonreir. Ojalá fuera eterno, pero la verdad es que a esa sonrisa efímera le siguen horas de llanto. Estúpidas lágrimas, seguro que he de ser de las personas que más lloran en este mundo. Ojalá pudiera guardármelas y que nadie las viera, ¿por qué las regalo así por así?
Ayer me pasó eso que alguna vez en la vida ha de pasar.
Vas por la calle, sin importarte qué ni quién, tu pensamiento está totalmente colapsado, lo único que puedes hacer es agachar la cabeza para que nadie vea lo que realmente está sucediendo, que nadie note que bajo tu barbilla se encuentra un mar de lágrimas atorado, agarrándose con fuerza para no caer.
La gente no es tonta, es cotilla. Todos miraban preguntándose qué pasaba, todos buscaban algo que denotara la razón, a aquellos ojos rojos e hinchados le pasaban algo.
¡Metérse en vuestros asuntos! A ni uno le dediqué una mirada, quizás me encontrara con varias, pero lo único que hacía era buscarte a ti, tus ojos, que me mirasen y me dijeran todo aquello que no eres capaz de decir, aquello que nunca dirás.
Y sigo pensando, imagino, que llegas a mi casa y me sacas de la cama. Aquel vestido que nunca me estuvo bien, me lo pones y nos vamos por la ventana. Dejando los volantes ver la ropa interior, en el aire, suspendidos. Y me pides un baile, con una sonrisa tonta, mientras me tomas la mano. Me pegas a ti, puediendo ver sólo tu cuello y disfrutando de tu aroma. Aquel que nunca olvidaré, ¿crees que lo haré? Dicen que cuando pasa mucho tiempo sin olerse, éste abandona tu mente, tu recuerdo, dejando tu imagen innolora, impersonal. ¿Lo crees? Yo me creo, no sólo eso, sino que lo sé, que tu olor está estancado en mi nariz. Y te busca, y a veces cree encontrarte.
Pase lo que esté pasando, yo soy el problema. Y no se qué hacer, y nadie me da ayuda, y yo tampoco la busco.
Por qué soy así. Siempre me conformé con lo que recibía, ahora soy como una víbora que se engancha a su víctima y chupa, y chupa.
¿Es tanto lo que pido? ¿Es tan difícil tenerme contenta?
Si vinieras, si tan sólo vinieras a mi, corriendo y me agarraras de la mano, fuerte. Me miraras a los ojos y me didicaras un "te quiero", un "te necesito", "no te vayas"...
Parecerá estúpido, pero lo necesito. Es simple, sólo una vez, en serio, sólo una y me tienes.
Pero no, sé que nunca va a pasar, lo que pasa es que me gusta pensarlo, me hace feliz, aunque luego sea peor. No puedo evitarlo, me gusta imaginarme cosas, ahora incluso, todo lo que me imagino, pienso, me hace sonreir. Ojalá fuera eterno, pero la verdad es que a esa sonrisa efímera le siguen horas de llanto. Estúpidas lágrimas, seguro que he de ser de las personas que más lloran en este mundo. Ojalá pudiera guardármelas y que nadie las viera, ¿por qué las regalo así por así?
Ayer me pasó eso que alguna vez en la vida ha de pasar.
Vas por la calle, sin importarte qué ni quién, tu pensamiento está totalmente colapsado, lo único que puedes hacer es agachar la cabeza para que nadie vea lo que realmente está sucediendo, que nadie note que bajo tu barbilla se encuentra un mar de lágrimas atorado, agarrándose con fuerza para no caer.
La gente no es tonta, es cotilla. Todos miraban preguntándose qué pasaba, todos buscaban algo que denotara la razón, a aquellos ojos rojos e hinchados le pasaban algo.
¡Metérse en vuestros asuntos! A ni uno le dediqué una mirada, quizás me encontrara con varias, pero lo único que hacía era buscarte a ti, tus ojos, que me mirasen y me dijeran todo aquello que no eres capaz de decir, aquello que nunca dirás.
Y sigo pensando, imagino, que llegas a mi casa y me sacas de la cama. Aquel vestido que nunca me estuvo bien, me lo pones y nos vamos por la ventana. Dejando los volantes ver la ropa interior, en el aire, suspendidos. Y me pides un baile, con una sonrisa tonta, mientras me tomas la mano. Me pegas a ti, puediendo ver sólo tu cuello y disfrutando de tu aroma. Aquel que nunca olvidaré, ¿crees que lo haré? Dicen que cuando pasa mucho tiempo sin olerse, éste abandona tu mente, tu recuerdo, dejando tu imagen innolora, impersonal. ¿Lo crees? Yo me creo, no sólo eso, sino que lo sé, que tu olor está estancado en mi nariz. Y te busca, y a veces cree encontrarte.
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