Tengo miedo.

Enfermedades y otras cosas

Es verdad, puede que sea una enfermedad, pero creo que prefiero estar encerrada en mi casa a seguir enfermando fuera...

En todos sitios hay afecciones, y sé que las de mi casa son más benignas.

De parte de Marynuka Sensei

Que sepas que no te olvidaré.
Todo lo demás ya te lo dije la mañana del miércoles, frente a ti. Y ojalá me hayas escuchado, porque te dije todas las cosas que debí haberte dicho mientras seguías entre nosotros.

El trío no morirá, se hace fuerte... gracias a ti.

MP3 en mano y zapatillas gastadas en los pies

Por ahí van diciendo que andas sola, que no separas la vista de tus pies. Que recorres las calles y evitas las colas. Que tu mp3 necesita ser recargado diariamente, porque abusas de él para tener ocupada la mente...

Te sientas en paradas de autobuses, con la mirada vacía y la espalda encorvada. La gente pasa y tú no los ves. La gente se sienta a tu lado y no lo sientes.

Quieres influir lo menos posible en esta vida; te gusta pasar desapercibida y sentir que nadie te mira.

Y ahí entro yo. Me gusta mirarte. Juego a ser psicólogo.

Las pocas veces que hablamos, de cosas esporádicas y sin sentido, las guardo en una caja con llave. Todos los días me imagino una dimensión paralela en la que simplemente me miras a los ojos, o ríes, o hablamos de cualquier cosa. Pero a ti no te gusta conversar... respondes con monosílabos y asientes con la cabeza. Todo lo que sé de ti es algo exterior. No te dejas querer; no quieres ser querida ni querer a alguien, te parece una pérdida de tiempo.

Sé que cuando pasa alguien conocido por tu lado no lo saludas, sé que cuando paso por tu lado no me saludas.

Me a mi porque te a ti

Me gustaría saber si siendo como tú eres me quisieras.

Digo lo que siento porque me gusta que lo sepan, me gusta que lo tengan presente, que no lo olviden. Me gusta porque me gusta que me lo digan.

No es tan difícil...

Veintitres veces 111

Fotocopies of a heart

Time runs

Nunca lo sospeché, y ahora estaba ahí, en su cama, tapada hasta las cejas con el corazón a 200km por minuto. ¿Te lo imaginas? Porque yo aún no me lo creo...

Cienmil cosas y más pasaron por mi mente, pero sabía que ninguna de ellas ocurriría, nada de lo que pensamos ocurre después.

Quería que volviese ya a la cama, pero cuando se dispuso a hacerlo me arrepentí de haberlo pensado tan alto.

Nuestra piel se rozó, y no pude evitar que se me pusiera la piel de gallina. Ahora que estaba allí metido no quería que se volviera a ir más.

Las horas pasaron volás, de estas que verdaderamente dices "¿En serio ya es la hora de que me vaya?" cuando antes lo único que deseaba era no llegar.

- ¿Qué hora es? - pregunté con total cara de pena, algo cómica.

- Van a dar las 3... - él sabía lo que se avecinaba.

- No me quiero ir - recalqué.

- Lo sé, pero tu madre te está esperando.

(¿En serio alguien cree que esas palabras surten algún efecto?)

- Me iré más tarde, en el de las 4 - sabía que cuando llegaran las 4 no me querría ir tampoco pero así te autoconvences de que no lo estás haciendo tan mal.

- Ay... - suspiró y simplemente me apoyó sobre su pecho.

Los dos sabíamos que a las 10 de la mañana seguiría en aquella cama, con él.