sábado, 28 de abril de 2012

Hechos.

No lo entiendo. Soy yo la que se quiere ir, la que no aguanta más dolor, la que se hartó de esperar.
Vas dando vueltas, no aportas nada concreto. Eres tú el que me odia. Y yo sólo se volver a ti, salir herida, volver a ti... No aprendo. El amor que siento es más fuerte que cualquiera de las heridas, pero mi cuerpo se empieza a debilitar, cada día que pasa todo me molesta más.
Como una tonta me quedo mirando a la pantalla, esperando a que me llames, a que me escribas... aunque sé que no pasará. Sé que nunca te vuelves sobre tus pasos, es algo que he de aprender. No dejo de mirar hacia atrás, me da igual aceptar la culpa que no es mía con tal de que estemos bien.
No entiendo cómo te puedes quedar callado, viendo como todo se va, delante de ti. Insegura, y lo sabes, me voy insegura, ¿Por qué entonces tú estás tan seguro de ello? ¿Por qué no te das la vuelta y haces que me sienta querida? ¿Es más fácil irse y preocuparse más tarde de las cosas...?

¿Por qué después de todo lo que me haces sólo tengo ganas de que me abraces, me acaricies la mejilla y digas que nunca más volveremos a estar así? ¿Por qué hago lo que hago?
¿¡Qué coño es lo que hago!? Si siempre estoy pensando en ti, en lo que te puede gustar, en como decirte lo que sea para que salgas, siempre quiero darte una sorpresa, una galleta, un dibujo, da igual. Algo que salga de mí.
¿Quién tiene la culpa? ¿Por qué no lo aceptamos? ¿Por qué me dices que eres el culpable y luego me recriminas que la culpa es mía? ¿Por qué insisto en que es mi culpa cuando después eres tú al que señalo como culpable?

Tengo que ser yo, seguro que soy yo. Si algo he aprendido es que en todos los problemas soy yo la causante, el quid, ese quid que hay que patear y echar de allí.

Si me muero ahora mismo no me importaría. Mejor estar muerta y no sentir nada, que estar viva y sentir que estás muerta.

Mi mundo volvió a derretirse. No me quedan fuerzas para reconstruirlo.

domingo, 15 de abril de 2012

Destinación: hacia ninguna parte.

Y de repente, me dí cuenta, no iba hacia ninguna parte. Sentándome a esperar en todas las estaciones, buscando un destino, un lugar.

Ha dejado demasiada sangre, mi rastro al pasar, lluvia salada, sequedad. Mi palabra terminó por caer, me he fallado, desde lo más hondo. Me daría igual si fuera la única muerta del funeral, pero arrastré mi cuerpo con ellos hacia el agujero, final, donde la flor que resucitaba terminó por marchitar, carcomida por el odio y el dolor, ya no lo pudo soportar...