martes, 28 de diciembre de 2010

Conversaciones demasiado silenciosas

Se sentaron a tomar colacao una de esas tardes de frío invierno. Querían hablar pero ninguno comenzaba una conversación, se quedaban atónitos mirando el paraje helado desde la ventana mientras a la leche le salía nata. No era tiempo de hablar.
Realmente no querían conversar, simplemente verse, saber que aún existían. No tenían nada nuevo que contarse, ni un chisme que soltar. Pero a ella no le gusta nada que la gente se quede callada:
- Bueno, bonitas navidades, ¿no? - dijo sin saber realmente qué decir.
- Como todas; frío, luces, gente, compras, regalos, noticias buenas, noticias malas...
- ¿Te dieron alguna noticia mala? - se preocupó.
- No - dijo despreocupadamente.
- ¿Te han regalado algo? - se empeñaba en sacar un tema de conversación, el silencio es algo incómodo.
- No - respondió de igual manera.
- ¿Has comprado algo? - exijía ya una respuesta de más de una sílaba.
- No.
Ella le miró extrañada. Comprendió que no era momento de empezar una conversación.
Echó su vaso a un lado, ya frío (la nata le da náuseas). Él removió su colacao y se lo tomó de un trago.
De nuevo se hizo el silencio, cosa que la molestó demasiado.
- Qué sueño - dijo él bostezando.
- Pues vete a dormir - dijo enfurruñada.
- Sí, me voy a la cama - recogió su vaso y lo puso en el fregadero - luego nos vemos.
- Yo... hasta luego - murmuré.